martes, 16 de septiembre de 2014

Una de Piratas II

Mientras que hacíamos las espadas decidí añadir otro elemento personal a la boda. Un cañón pirata, con el que disparar arroz a los novios a la salida del ayuntamiento y a los invitados durante la fiesta indiscriminadamente.

Plantee sobre el papel dos diseños distintos, finalmente me decanté por el más sencillo y seguro.

La base del cañón es un tubo de bajante de pvc de 8cm de diametro, que en su interior alberga una granada de 40mm de airsoft de las que tienen una tapa de goma y pueden rellenarse con lo que uno quiera.


Ya que andaba trabajando con el aislante y la coquilla de aislamiento decidí emplear los mismos materiales y un proceso similar al que estaba empleando con las espadas para darle aspecto de cañón pirata.


Como en las espadas, apliqué unas manos de látex y color en spray, con tonos grises sobre una base negra.


Unas manos de látex más para proteger la pintura, lubricante de silicona y una cureña hecha con poliestileno estrusurado, cortado en un momento con un cortador de hilo de nicrom (que tendrá su futura entrada en la sección de herramientas caseras) pintado con sprays acrílicos.


El cañón puede disparar diferentes cosas, desde polvos de talco a gominolas y admite diferentes gases con diferentes presiones, en pos de la seguridad empleamos arroz y un gas de escasa potencia durante la boda ya que era muy importante que nadie resultara herido.
Aquí os dejo un pequeño vídeo con de su funcionamiento.



Una pena no haberlo tenido en su día en los vivos de piratas... Y un guiño, por si alguien enloquece y decide retomar el tema de los piratas o tener una Agustina de Aragón en un vivo relacionado con la guerra de independencia ya sabe que tiene un cañón a su completa disposición.


Una de Piratas I

Las últimas semanas he parado con los proyectos que tenía a medias, con un buen motivo.

Mi hermano y una buena amiga se han casado este fin de semana. ¡Enhorabuena a los premiados!.

 La fiesta de la boda ha sido temática, una boda de de Piratas, el tema no nos resultaba ajeno a muchos de los asistentes, para el atrezzo del evento he puesto el taller a su disposición.

Por un lado hemos hecho una docena de sables piratas de softcombat (armas de gomaspuma, mullidas con las que poder pelear sin que nadie resulte herido). Hacia años que no hacíamos armas de gomaespuma, en este caso el reto era la cantidad, en su día solíamos hacer este tipo de espadas de una en una. Hacer doce al mismo tiempo ha resultado un reto.


En Internet tenéis montones de tutoriales de como hacer espadas de softcombat, en su mayoría forradas de cinta americana. Nosotros hace tiempo que cambiamos la cinta americana por el látex, el resultado es mucho más bonito, las espadas son más mullidas y seguras. Dada la cantidad de espadas que pretendíamos confeccionar nos decantamos por un diseño sumamente simple.

Los primeros pasos serian comunes a los de otros tutoriales, el mango de la espada es de madera, el alma de la hoja es una varilla de fibra de vidrio cubierta con tres piezas de aislante (como el de las esterillas de camping) la central de 10 mm de espesor y las otras de 0,5mm. el filo de la espada esta rematado con coquilla de aislamiento térmico, para asegurar que resulte mullido, todo ello pegado con cola de contacto.

   
Con una brocha aplicamos capas de látex liquido para moldes, dejando secar entre capa y capa unos veinte minutos. Lo ideal habría sido aplicar cuatro o cinco capas, en este caso dado que las espadas no iban a sufrir mucho maltrato nos dimos por contentos con aplicar tres.


  Después de dejar secar esas capas hay que dar color, en este caso decidimos utilizar sprays montana, rápido fácil y barato, primero empleamos tonos metalizados sobre una base negra, no me gustó nada el resultado y lo rehíce volviendo a dar una base negra, con grises para la hoja y marón, ocre y amarillo para la empuñadura, una vez pintado dimos otras tres capas de látex y para finalizar lubricante de silicona para quitarle el tacto gomoso al látex.



A petición del novio su espada se dejó con una cazoleta más ancha, mientras que las otras 11 se dejaron con un diseño más estrecho y estilizado. De los doce sables la feliz pareja se ha quedado con dos de ellos para poder resolver civilizada mente las desavenencias domesticas. Las otras diez fueron regaladas a invitados, que se fueron a casa con un recordatorio de boda francamente molón.